Muchos escritores han trabajado habitualmente en cafeterías: Claudio Magris, Larra, González Ruano, Ramón Gómez de la Serna, Sartre…
Georges Simeon escribía sin parar y para ello tenía muchísimos lápices perfectamente afilados en su escritorio. Su mujer era la encargada de sacar punta diligentemente a aquel ejército.